Un gel (acuñado por el químico escocés del siglo XIX Thomas Graham, mediante un recorte de gelatina) es un material sólido similar a la gelatina que puede tener propiedades que van desde blandas y débiles hasta duras y resistentes. Los geles se definen como un sistema reticulado sustancialmente diluido, que no muestra flujo cuando está en estado estacionario. Por peso, los geles son en su mayoría líquidos, pero se comportan como sólidos debido a una red reticulada tridimensional dentro del líquido. Es la reticulación dentro del fluido lo que le da al gel su estructura (dureza) y contribuye a la adherencia del adhesivo (pegajosidad). De esta manera los geles son una dispersión de moléculas de un líquido dentro de un sólido en el que el sólido es la fase continua y el líquido es la fase discontinua.
Muchos geles muestran tixotropía: se vuelven fluidos cuando se agitan, pero se vuelven a solidificar cuando descansan. En general, los geles son materiales aparentemente sólidos, gelatinosos. Al reemplazar el líquido por gas es posible preparar aerogeles, materiales con propiedades excepcionales que incluyen muy baja densidad, áreas superficiales específicas altas y excelentes propiedades de aislamiento térmico.
Muchas sustancias pueden formar geles cuando se añade a su fórmula un espesante o gelificante adecuado. Este enfoque es común en la fabricación de una amplia gama de productos, desde alimentos hasta pinturas y adhesivos.
En las comunicaciones por fibra óptica, se utiliza un gel suave que se asemeja a un "gel para el cabello" en viscosidad para llenar los tubos de plástico que contienen las fibras. El objetivo principal del gel es evitar la entrada de agua si se rompe el tubo protector, pero el gel también protege las fibras contra daños mecánicos cuando el tubo se dobla en las esquinas durante la instalación o se flexiona. Además, el gel actúa como un auxiliar de procesamiento cuando se construye el cable, manteniendo las fibras en el centro mientras el material del tubo se extruye a su alrededor.